todas las noches lo
esperaba pero no llegaba.
Ella tocaba su
desnudez pensando en él,
lo palpaba a golpe
de recordar sus manos sobre el forro de su piel.
Podía sentirlo aun
sin estar allí
y eso provocaba en ella mucho deseo.
Su pecho excitado se
empapaba bajo el agua fría,
recordando cómo
sus dedos jugaban con ellos,
cómo los acariciaba
con su lengua.
Su sexo húmedo por
el deseo se contoneaba con intenso placer.
El agua surcaba
recodos y le invadía una sensación de
calor interno
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