jueves, 12 de junio de 2014

Mi Vecina

Había llegado hacia  un año y me sentía bien viviendo en aquel sitio, me proporcionaba cierta serenidad. Trabajaba en un cuento, por lo que pasaba mucho tiempo en casa intentando que me llegara la inspiración deseada.
Una mañana me encontré con una mujer al otro lado de los apartamentos, una mujer de unos 40 años, delgada, esbelta, espectacular. Estaba en plena mudanza y cómo no, me ofrecí  a ayudarla a lo que ella no rechazo.
Se ofreció a complacerme por el detalle de haberla ayudado y yo acepte encantado.
A la noche siguiente se presento en mi apartamento con una botella de vino.

""" Derrochaba sensualidad por cada parte de su cuerpo, me hizo desearla tanto que podía sentir su desnudez rozando mi piel. El olor de su perfume lo sentía como si fuese mi propia camisa.
La imaginación me hizo perder por un instante el dominio de mi persona, trate de recuperar la dirección de la velada.
Llego la madrugada sin apenas darnos cuenta del paso del tiempo.
Nos despedimos con un beso en la mejilla y pude sentir su agitada respiración . La emplace a una siguiente cita y me dijo que esta vez sería en su casa, acepte entusiasmado."""

Solo podía pensar en la cita y en lo que ella despertaba en mi, y eso me volvía loco!!!

Llamé a su puerta  y me abrió con un vestido muy sugerente, podía apreciar su perfecta silueta. El ambiente estaba caldeado por un intenso aroma y  una luz arrolladora que invitaba a quedarse, se palpaba un ambiente muy sensual.
Provocó en mi deseos de poseerla allí mismo!!
Muy sutilmente se acerco a mí sonriendo, me ofreció una copa, se arrimó tanto que pude sentir su muslo rozar contra mi muslo, se quedo quieta ante mí y empezó a acariciarme el pelo, a rozar sus labios por mi cuello y a morderme la boca dando paso a su lengua buscando la mía, la agitación se había apoderado de nuestros cuerpos, la apreté contra mi sexo totalmente excitado y mientras acariciaba sus caderas y sus muslos, comenzó a desabrochar los botones de mi pantalón rozando suavemente mi miembro.
Empezamos a desnudarnos, me deslicé sobre su piel, acaricié sus pechos ciegos de placer, baje  por su ombligo hasta su sexo rozándolo con mi lengua hasta el fondo, iba a entrar lentamente en su cueva totalmente húmeda, quería  penetrarla salvajemente, quería morir dentro de ella.
Pasamos la noche amándonos como salvajes hasta caer desfallecidos.
Y desde ese día buscamos excusas para perdernos entre anocheceres dando paso a los amaneceres...

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