lunes, 7 de julio de 2014

La rutina


Nuestros encuentros nocturnos  eran cada vez más frecuentes.
 Se habían  convertido  en noches sin calma, dando un giro casual  a lo cotidiano de nuestros  eternos días.

Cuando entre en aquel  tugurio nuestras miradas se cruzaron, me acerque y le invite  a una copa.

 Iniciamos una conversación y mientras nos rozábamos y enlazábamos caricias le robe algunos besos. Sus carnosos labios me excitaron y dominaron la situación al instante, quería sentirla, poseerla.
El olor de su piel me encendía, quería jugar con su lengua y  mientras mi respiración se agitaba ella  seducía mi cuerpo, alborotaba mis sentidos!!

Nos fuimos a un hotel y cegados por el deseo comencé a desnudarla muy lento, sus braguitas adheridas a su piel me excitaban y  se las fui arrancando con la boca.

Su sexo reclamaba mi sexo.
 Mientras cogía su culo y lo apretaba contra mi bragueta,  cuerpo a cuerpo, muy excitada se agarraba a mí.
 Por fin unimos nuestros cuerpos, enajenados por la pasión, comencé a penetrarla,  se estremecía mientras la poseía, quería que sintiera mi miembro.
 Estaba muy húmeda  y empapamos la habitación,  mientras la conducía al éxtasis yo me recreaba en su sexo,  quería sofocar esas brasas que ardían en nuestro interior.

Fue explosivo  e increíble y desde entonces creamos un laberinto de deseo  que queríamos vivir intensamente.
Nuestros  encuentros furtivos, eran nuestro secreto  y luego volvíamos a nuestra casa y a nuestra vida con el deseo de disfrutar de estos viajes ..





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