La rutina
Nuestros encuentros
nocturnos eran cada vez más frecuentes.
Se habían convertido
en noches sin calma, dando un giro casual a lo cotidiano de nuestros eternos días.
Cuando entre en
aquel tugurio nuestras miradas se
cruzaron, me acerque y le invite a una
copa.
Iniciamos una conversación y mientras nos
rozábamos y enlazábamos caricias le robe algunos besos. Sus carnosos labios me excitaron
y dominaron la situación al instante, quería sentirla, poseerla.
El olor de su piel me
encendía, quería jugar con su lengua y mientras mi respiración se agitaba ella seducía mi cuerpo, alborotaba mis sentidos!!
Nos fuimos a un hotel
y cegados por el deseo comencé a desnudarla muy lento, sus braguitas adheridas
a su piel me excitaban y se las fui
arrancando con la boca.
Su sexo reclamaba mi
sexo.
Mientras cogía su culo y lo apretaba contra mi
bragueta, cuerpo a cuerpo, muy excitada
se agarraba a mí.
Por fin unimos nuestros cuerpos, enajenados
por la pasión, comencé a penetrarla, se
estremecía mientras la poseía, quería que sintiera mi miembro.
Estaba muy húmeda y empapamos la habitación, mientras la conducía al éxtasis yo me
recreaba en su sexo, quería sofocar esas
brasas que ardían en nuestro interior.
Fue
explosivo e increíble y desde entonces creamos
un laberinto de deseo que queríamos
vivir intensamente.
Nuestros
encuentros furtivos, eran nuestro
secreto y luego volvíamos a nuestra casa
y a nuestra vida con el deseo de disfrutar de estos viajes ..
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